VANGUARDIA – ESCUELA DE FORMACIÓN MARXISTA LENINISTA SE RECONVIERTE EN VANGUARDIA ARGENTINA.
A casi tres años del lanzamiento de nuestra Escuela de Formación Marxista Leninista nuestro espacio a tomado la decisión de dar un paso adelante en lo que respecta a la construcción de ese destacamento de Vanguardia de la clase trabajadora que sosteníamos, y sostenemos, hace falta construir en la República Argentina.
Luego de un proceso enfocado en los Talleres de Formación Marxista Leninista y la construcción de una Orientación política que denunciara la perversión de las izquierdas políticas hoy coaptadas por el posmodernismo y el liberalismo cultural, hemos decidido superar ese formato inicial y asumirnos como una organización mas estructurada en los principios del centralismo democrático.
El cambio de nombre y de estética que han visto en los últimos días en todas nuestras redes responden a esa reconversión, donde la elección del Sol de Mayo y nuestra ave nacional, el Hornero, representan la convicción de que el Marxismo Leninismo debe hacerse carne en la identidad y la historia de nuestro pueblo argentino; de allí también la elección de ese grito de combate que nos llama a luchar “Por la Patria y el Socialismo.”
Abandonar el formato de Escuela para asumirnos como Organización no implica el mero cambio de estética, nos asumimos como Vanguardia Argentina en el marco del paso a una táctica más a la ofensiva necesaria para los tiempos que corren que busca consolidar las estructuras orgánicas que consideramos hoy activas en Buenos Aires, Misiones y Mendoza y desarrollarlas a partir de grupos o camaradas afines en el resto de la República Argentina.
A su vez, el proyecto universal que levantamos desde nuestro Pan-Iberismo Socialista encuentra en nuestras organizaciones hermanas ya constituidas en Chile, España, Venezuela y Costa Rica, y los grupos afines en otros países, firmes aliados que nos impulsan a fortalecer nuestros procesos.
Teniendo Vanguardia Argentina el orgullo, y la responsabilidad, de ser la semilla inicial de todo ese proceso nos vemos en la necesidad de aclarar una larga serie de cuestiones sobre los Orígenes de nuestro Espacio que no fueron debidamente aclarados de forma pública hace casi tres años.
Es por eso que lanzamos este Documento que estará divido en Cuatro Partes.
La Primera Parte cuenta con una Introducción y se centra en la experiencia testigo en el denominado “Partido de la Liberación”, quienes tratan de asumirse falsamente como la continuidad histórica de Vanguardia Comunista.
En la Segunda Parte realizamos un análisis del Estatuto del Partido de la Liberación, los tipos de liberalismo que existen desde la perspectiva de Mao y relatamos el proceso de formación política que nos lleva a lanzar Vanguardia, Escuela de Formación Marxista Leninista.
En la Tercera Parte nos abocaremos a responder a algunas cuestiones de la larga campaña de difamación lanzada por el PL al momento del lanzamiento de nuestra Escuela, así como de sus aliados en España de la revista “La Comuna” y el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) así como de otros personajes menores pero nefastos como el personaje que se esconde bajo el seudónimo de Martín Guevara y los ultra izquierdistas de “Bitácora Marxista Leninista”.
Por último, la Cuarta Parte estará centrada en el desarrollo de nuestra Escuela, el paso y la reconversión a organización como Vanguardia Argentina con sus respectivos regionales en Buenos Aires, Mendoza, Misiones y los círculos afines en otras localidades, así como el surgimiento y la incorporación de las Vanguardias a nivel internacional en Chile, España, Costa Rica, Venezuela y otros grupos cercanos.
Este Documento se irá publicando de la mano de otros artículos y notas en el marco de esta nueva etapa de nuestra organización que asumirá también el re lanzamiento de nuevos talleres de formación esta vez centrados en el estudio de la historia argentina desde una perspectiva de clase y materialista.
Hace tres años un pequeño grupo de militantes llegó, luego de una serie de experiencias políticas en diversas estructuras partidarias, a una dolorosa conclusión: No existe hoy, en la Argentina, una herramienta político partidaria que represente fielmente los intereses de la clase trabajadora, que luche por la toma del Poder para superar el modelo de producción capitalista y por la abolición de las clases sociales.
Luego de la caída del muro de Berlín y la disolución de ese gran faro de la humanidad que fuera la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1991, el Movimiento Comunista Internacional tocó el fondo al que se venía dirigiendo paulatinamente desde el golpe de timón dado por el revisionismo a partir del XX Congreso del PCUS de 1956.
La Argentina acompañaba ese camino. A partir del XII Congreso de 1962, el Partido Comunista de la Argentina había adoptado hasta sus últimas consecuencias las tesis revisionistas del jruschovismo soviético.
Ese proceso se vio potenciado frente a unas izquierdas influenciadas por el Mayo del ´68 y que venían de la profunda derrota política, ideológica y militar que había significado la última dictadura abierta de la burguesía de 1976, luego del punto de mayor auge de la lucha de clases en nuestro país, en las décadas del 60 y el 70.
Dicha derrota barrió también con un conjunto de organizaciones que se habían ubicado en nuestro país en el bloque anti revisionista, que a nivel internacional era encabezado en primer lugar por la República Popular China y en segundo término por la República Popular Socialista de Albania, como lo era el PCM, el PCML y Vanguardia Comunista. Otras organizaciones, que en un principio se habían ubicado también en este bloque, se fueron adaptando e incorporando al sistema político de la mano de nefastas políticas de alianzas y profundos errores políticos, tal sería el caso del PCR.
La década del 90 barrió los últimos atisbos de inercias positivas que pudieran quedar en los diversos partidos autodenominados comunistas, socialistas u obreros y las puertas fueron abiertas de par en par a una cada vez mayor infiltración del liberalismo cultural a nivel global.
Simultáneamente, los sectores más avanzados del peronismo, realizaban un balance liquidador de la experiencia política de los setenta, retrocediendo hacia posiciones declaradamente progresistas y reformistas, dando inicio a un proceso que se encuentra en la génesis tanto del peronismo posibilista y pragmático de la década del noventa, que llevó adelante el programa completo del neoliberalismo, como al peronismo progresista y reformista que configuraría una nueva corriente política dentro del movimiento justicialista entre el 2003 y el 2019, denominada “kirchnerismo”.
En este contexto profundamente regresivo y en el que el liberalismo impregna todo lo realmente existente, se fue abriendo la posibilidad de que hiciera mella, en reducidos sectores políticos con un mínimo arraigo en el movimiento obrero, pero con cierta presencia en las capas medias y sectores estudiantiles y académicos, el ultraizquierdismo de diversos partidos trotskistas.
La tendencia general del capital, a partir del proceso de globalización económica, con el respectivo desarrollo técnico en el campo de la tecnología, la información y la comunicación que posibilitó su realización, llevó al liberalismo cultural a su máxima expresión política, dando origen a un fenómeno social que devoró prácticamente al conjunto de las izquierdas políticas y a una parte importante del autodenominado “campo popular”: el posmodernismo aplicado a la política.
El progresismo, la socialdemocracia, el reformismo, el revisionismo e, incluso, la expresión mayoritaria del ultraizquierdismo, el trotskismo, asumió e incorporó sin mayores análisis, la agenda de género, ecologista, indigenista, LGBTIQ+ y ese largo etcétera de “nuevos” sujetos políticos identitarios y policlasistas que levantaban luchas parciales, sectarias y atomizantes dejando de lado la perspectiva de clase, la dialéctica entre estados e imperios y las problemáticas concretas de los trabajadores.
El proyecto universal, que alguna vez impulsara el marxismo leninismo, fue reemplazado por movimientos policlasistas con foco en cuestiones identitarias que, en el siglo pasado, eran propios de las lógicas de construcción política nacional-fascistas.
Pero así como las izquierdas se apropiaron de formas de construcción políticas reaccionarias, abandonaron, a su vez, banderas históricas y valores políticos del Marxismo Leninismo que fueron capturados por las derechas tales como la fortaleza, el espíritu de sacrificio, la disciplina como forma de organización, la idea de libertad como necesidad y, lo que es aún más grave, la defensa de la verdad, la objetividad, la razón, el método científico como herramienta de análisis e investigación de la realidad, y las ciencias en general, principalmente la biología y las mal llamadas ciencias “duras”.
En su reemplazo, las izquierdas, cada vez más indefinidas respecto a la toma del Poder y al proyecto concreto de Estado, han adoptado un subjetivismo y un relativismo radical que los lleva a aceptar la tesis de la posibilidad de la autopercepción individual de la identidad, la performatividad del lenguaje y una serie de consignas profundamente individualistas, así como a priorizar la emocionalidad y la susceptibilidad por sobre la verdad, la razón y la realidad.
¿Hemos llegado a estas conclusiones a través de un análisis teórico al margen de las luchas políticas? Claramente no, porque entendemos que ello es imposible, al menos sin salirse del materialismo dialéctico.
Hemos llegado a estas conclusiones luego de analizar y hacer un balance sobre nuestras propias experiencias políticas y desde el conocimiento de primera mano de estas organizaciones autodenominadas marxistas leninistas. Luego de transitar durante varios años por esas estructuras y luego de haber abocado mucho tiempo y esfuerzo al disputar al interior de las mismas.
Pero no solo eso. Hemos podido comprobarlas y ratificarlas cuando decidimos poner en pie un espacio político que escapara de estas lógicas, un espacio centrado en recuperar la formación y lucha ideológicas denunciando a su vez la degeneración posmoderna.
A poco de andar, y sin siquiera un año aún cumplido, varios de esos elementos que se quieren presentar a sí mismos como “la izquierda” o, incluso, “marxistas leninistas”, utilizaron toda su capacidad de fuego para atacarnos, difamarnos, tergiversarnos y amenazarnos abiertamente. Nos encontramos que la crítica destructiva “por izquierda”, puso mucho más ahínco e interés en destruir nuestro potencial organizativo que lo que hubiéramos esperado de la mismísima derecha para con una organización que tenía poco tiempo de existencia.
¿Cuál es, entonces, una vez adquiridas estas experiencias, el deber de un militante comunista? Entendemos que dicho deber es, en primer lugar, sistematizarlas y sintetizarlas para ponerlas al conocimiento público del conjunto de nuestra clase. ¿Por resentimiento, por venganza? No, porque es necesario exponer a estas organizaciones para que ya no sean capaces de engañar, intencionalmente o no, a más trabajadores argentinos, para que no sean capaces de presentarse frente a nuestra clase como algo que no son, para que no ensucien y tergiversen más las banderas del marxismo y evitar, principalmente, que sigan lanzando a cada trabajador que se encontraran, a los brazos de la reacción y la progresía.
Para eso comenzaremos esta síntesis haciendo público el balance de nuestra experiencia en el Partido de la Liberación, fuerza política de izquierda indefinida que busca presentarse como “marxista leninista” o “revolucionaria”, en algunos frentes políticos como la Casa de la Amistad Argentino - Cubana, pero que no es más que un conjunto de marginales totalmente adaptados al orden burgués imperante.
Haremos énfasis en las razones y motivaciones que nos llevaron a tomar la decisión de romper con dicha estructura dando a conocer una serie de eventos por demás ilustrativos de las realidades que se padecen al interior de estos partidos donde el liberalismo hace estragos.
Seguiremos con un balance de nuestra experiencia con posterioridad a la ruptura, en torno a algunos personajes menores, pero representativos de la situación política de las izquierdas argentinas.
Los objetivos de estos balances son en primer lugar que se sepa la verdad y en segundo lugar que, a partir de estos casos concretos, como los que vamos a detallar, ejemplificar un panorama que entendemos está extendido completamente en las organizaciones políticas de nuestro país.
Nuestro deseo es brindar una serie de datos y herramientas al conjunto de los trabajadores argentinos para otorgarles la oportunidad de crear una batería de alertas tempranas que les permitan no perder el tiempo, la energía y la voluntad consciente de sacrificio en este tipo de organizaciones. Sabemos que el evitar el desgaste y el agotamiento de los sectores más avanzados de nuestra clase es un aporte sumamente positivo en este contexto profundamente individualista y hedonista.
Comenzamos.
1) LA EXPERIENCIA TESTIGO EN EL PARTIDO DE LA LIBERACION:
A) LA CONSTRUCCIÓN DE LA CÉLULA CABA DEL PARTIDO DE LA LIBERACIÓN:
Todas las falencias y desviaciones ideológicas del Partido se fueron evidenciando, y profundizando, durante el periodo de lo que fue la construcción de la célula de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los orígenes y la construcción de dicha célula son muy ejemplificadores de las enormes deficiencias que arrastraba el Partido desde hacía muchísimos años.
Una nota circular interna a los pocos días de nuestra ruptura, que nos llega a través de Pablo Rodríguez Vattino, militante del PL que aún sostenía una posición errática con respecto a nosotros, daba cuenta de que los militantes que habían abandonado el Partido “no llegaban a los tres años de militancia”, esto, que para el PL es una crítica, para nosotros es el resultado de una descomposición interna que pocos podían soportar demasiado tiempo.
A pesar de ello, dicha referencia no es del todo cierta, ya que la camarada “Sabina” venía siendo un vínculo cercano del Partido desde hacía muchos años, pero, a raíz de estas actitudes, no había encontrado un espacio orgánico desde el cual desarrollar sus tareas.
Desde el Partido se venía impulsando a dicha camarada a posicionar una ficticia e inexistente “Comisión de Homenaje a los Desaparecidos y Mártires Populares” en las discusiones de la mesa chica de los organismos de derechos humanos de la que eran parte organizaciones con construcción real como Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la LADH, la APDH o Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz.
Esta orientación no sólo pecaba de un oportunismo bastante vergonzoso, con el solo interés de figurar sin tener un trabajo real, sino que dicha “Comisión” solo podía presentar como trabajo real algunas acciones individuales del hermano del propio Sergio Ortiz, quien era abogado, pero que no formaba parte de la militancia orgánica del PL por tener una orientación política abiertamente reformista.
Estas posiciones reformistas de Rubén Ortiz, única cara real e intermitente de la inexistente “Comisión”, y del Partido también, hacían que la línea política de dicho intento de herramienta cimentada por las banderas de los DDHH fundados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y cuya función principal es la de sostener, jurídicamente, la propiedad privada de los medios de producción y el régimen que la sostiene.
En contraposición a ciertos actos meramente oportunistas que se llevaban adelante desde el Partido, la camarada Sabina desarrollaba un trabajo real en otros espacios vinculados a la temática, participando desde sus inicios, en enero del 2016, del Foro por la Democracia y la Libertad de los Presos Políticos y otros espacios o mesas de discusión sobre Derechos.
No es sino hasta la incorporación de Julián Centella, en abril del 2017, que finalmente estos camaradas pueden comenzar a estructurar la construcción de una célula en la Ciudad de Buenos Aires. Justamente lo que el PL no menciona en esta circular interna es que hacía muchos años que no había podido hacer pie en la ciudad más poblada del país y que la última construcción seria se remontaba a casi 20 años en el pasado, en el 2001.
En los años anteriores, quienes en teoría habían estado abocados a esa tarea eran Pablo Rodríguez Vattino, en menor medida, y, principalmente, Gerardo Sosa (Miguel Delgado). Ambos elementos se ocupaban de destruir sistemáticamente y de distintas formas toda incipiente organización o avance positivo que tuviese el Partido. Ocultando información, maltratando, amenazando, negándose a dar debates, robando, drogándose. negándose a recibir tratamiento por sus vicios o enfermedades, siendo inorgánicos reiterativamente, fijándose en su conveniencia para ser bien vistos por el Comité Central, actuando con infantilismo y un largo etc. Con sus comportamientos liberales terminaban no solo dificultando la militancia o cualquier construcción sino además alejaban a varios camaradas con una formación o proyección política destacable por el solo deseo de seguir regenteando una responsabilidad que no podían llevar adelante por incompetencias organizativas evidentes, por desviaciones ideológicas inaceptables y por características personales desdeñables.
El elemento que más cargaba este tipo de comportamientos y actitudes liberales en su quehacer militante era Gerardo Sosa (Miguel Delgado), amigo íntimo de Sergio Ortiz e Irina Santesteban, quien nunca era sancionado de algún modo sino más bien felicitado y ensalzado por el CC según conviniera de acuerdo al momento. Cuando, finalmente, se produce una sanción temporal (que apuntaba más a cumplir con lo protocolar delante de nuevos militantes y a frenar sus salidas de la pequeña organización, en vez de apuntar a que el “compañero” aprendiera de sus errores y corrigiera su conducta) a raíz de varias amenazas y comportamientos deleznables que ubicaban al Partido en una situación delicada quedando en evidencia tanto para militantes nuevos del Partido como para simpatizantes. En medio de esta y otras situaciones se incorpora Julián Centella, quien junto a la camarada Sabina ponen en pie una célula que ni siquiera tenía definida las responsabilidades básicas por carecer el Partido de cuadros para dicha tarea. Al poco de andar, en junio del 2017, el camarada casi recién incorporado queda en la práctica a cargo de la responsabilidad política y en noviembre de ese mismo año la misma se hace oficial. La incipiente construcción se ve fortalecida por la incorporación de otros compañeros en este momento, como la camarada Clara Rivas. Estos tres camaradas son quienes cargan sobre sus hombros una nueva etapa al interior del Partido y desarrollan durante el 2018 la construcción de la célula de la Ciudad de Buenos Aires.
Durante ese año, en simultáneo a la construcción política, hay una voluntad manifestada abiertamente por fortalecer la formación política. En pos de ello se trata de contactar y generar reuniones con camaradas de Zona Sur sin mucho éxito y se realizan reuniones internas para el estudio.
Es un año de un desarrollo inicial significativo pero que debe chocar con las constantes desviaciones, trabas, el movimientismo y los vicios liberales del Partido.
Es durante este proceso, con antecedentes previos al 2017 pero que se consolida a partir de abril de ese año hasta nuestra ruptura, dos años y medio después, en agosto del 2019 que se dan una serie de experiencias que será necesario relatar para que se entienda cabalmente a lo que hacemos referencia.
B) UNA SERIE DE EXPERIENCIAS CONCRETAS:
Algunas apreciaciones sobre Sergio Ortiz, Irina Santesteban, Pablo Rodríguez Vattino y Miguel Ángel Delgado.
En este apartado nos vemos en la obligación de exponer una serie de experiencias y hechos concretos que reflejan la calidad política de las direcciones nacionales de hoy en día. Quienes integramos este espacio hemos pasado por otras experiencias partidarias y sabemos que estas cuestiones recorren a la totalidad de las organizaciones políticas reformistas y que es necesario sacarlas a la luz. Nuestro deslinde del PL esperamos que sirva no solamente para exponer a esta pequeña organización sino para iniciar un proceso de crítica hacia el conjunto de la izquierda revisionista argentina.
Para que quede absolutamente claro el panorama general de las situaciones que se transitan al interior de este tipo de fuerzas políticas degeneradas por el liberalismo cultural que pretenden presentarse como marxistas leninistas, es necesario sacar a la luz todas las miserias que el permitir este camino terminan generando y la clase de direcciones políticas que se desprenden de ese derrotero.
También entendemos que estas experiencias son vítales para que se comprenda cabalmente porqué se tomó la decisión política de abandonar esa estructura y que la misma no fue tomada con ligereza. Nadie que se diga marxista leninista puede tomar una decisión que consideramos de suma importancia como romper con el que fue su Partido sin elementos de sobra que justifiquen dicha acción. Que quede claro: nuestras razones para deslindarnos de dicha organización son ideológicas y de carácter organizativo, no existe ni la más mínima diferencia por cuestiones personales sino por conducta, pensar y quehacer “revolucionario”.
Para eso es necesario relatar que en el caso concreto del Partido de la Liberación nos podíamos encontrar con situaciones tales como que el Secretario General exigía más trabajo a la militancia de base, específicamente a la de CABA, cuyos militantes aportaban de por sí más que todo el partido junto, pero que él mismo no tenía ni el compromiso ni la voluntad de poner manos a la obra a la par de los demás camaradas ni siquiera para organizar el Partido de manera eficiente a nivel nacional.
A raíz de esto se realizaron una serie de críticas de parte de la célula de CABA, a través de su secretario político, frente a la cual el Secretario General tuvo una actitud totalmente infantil. Decidió dejar de contactarse de manera fluida con dicha célula, tomando la problemática de manera personal, en vez corregir su actitud, y se ausentó de las reuniones mensuales durante cuatro meses, en las cuales debía trasladar las discusiones del Comité Central y se le rendían balances de las tareas hechas.
Desde esta dirección política ya no era raro que en el Partido fueran reincorporados militantes que de manera reiterada violaban los estatutos y el centralismo democrático. En varias oportunidades fueron reincorporados elementos descompuestos e inestables, que habían llegado incluso a robar más de una vez al propio Partido y a otros camaradas; que habían faltado a la disciplina que se pregonaba en el estatuto reiteradamente, elementos que habían sido denunciados ante el Comité Central por faltas graves contra camaradas mujeres. El principal exponente de ello era Miguel Ángel Delgado.
Cuando este tipo de camaradas volvían se los incorporaba montando un circo sobre supuestas tareas a realizar para ser reincorporados con plenos derechos, pero ni siquiera se cumplían dichas “tareas”, no se realizaba un trabajo ideológico sobre el mismo a pesar de haberse incorporado durante ese tiempo a organizaciones peronistas como “Quebracho” y se los admitía incluso en el Comité Central. Esto ocurría por las relaciones de estrecha amistad personal del Secretariado Nacional con esos elementos descompuestos y lumpenizados.
Estos elementos no bregaban por el Partido, ni por los trabajadores ni por nada más que su miserable individualidad y su crecimiento, cometían de forma reiterada faltas graves llegando incluso a las amenazas de muerte a otros camaradas, a malgastar el poco ingreso económico del partido en juegos de azar, al inmiscuirse en asuntos territoriales y organizativos de otras células; en otras ocasiones no rendían el dinero de campañas financieras nacionales ni de la venta de libros de la Editorial Ródina, editorial amiga a quien intentaron perjudicar directamente o por omisión en varias ocasiones. A tal punto llegaban incluso que rompían en varias oportunidades diferentes organismos del partido por incapacidad o porque no se sometían al caudillismo de esos elementos descompuestos.
Aun así, nunca se tomaban medidas serias contra ellos, más que expresiones de deseos y críticas livianas que se las llevaba el viento.
El estudio de la historia lejana y la más reciente de nuestro Partido, sumado al estudio de su ideología, nos hizo ver cuán lejos estaban de sus orígenes el club de amigos que tenía al secretario general como el centro y mando de dicho grupo. Espacio donde era imposible plantear alguna especie de crítica al Secretario y sus amigos ya que esto generaba la ofensa del mandamás y su séquito de aduladores.
Otro de estos elementos más inestables era el militante Pablo Rodríguez Vattino. El mismo generaba intrigas en los estamentos donde participaba, apuntaba a que los camaradas se peleen entre ellos y demostraba un comportamiento inorgánico para con la célula. No se sometía a lo que decidía la mayoría en muchas ocasiones recurriendo a “berrinches” poco serios. Este “camarada” vivía violentándose o amenazando a otros camaradas. Esta actitud la aplicaba también contra militantes de otras organizaciones de manera irracional y hasta perjudicial para el Partido, exponiendo a camaradas jóvenes y recién incorporados.
Era conocido por el Comité Central, y la militancia en general, por padecer claros problemas psiquiátricos que siguen vigentes y sin tratamiento alguno. En muchos momentos se hacía insostenible su participación y eso llevaba a que muchos compañeros valiosos se alejaran de la organización. El Comité Central nunca tomó medidas, más allá de una sanción muy leve, para ocuparse de este compañero que por momentos era peligroso, ni siquiera tomó cartas en el asunto en favor de la salud mental del compañero dejándolo tanto a él como a los espacios donde militaba a su suerte.
En la cuestión sindical, por ejemplo, nunca se pudo avanzar en trabajos concretos porque justamente en los frentes sindicales donde participábamos era parte de ellos este camarada que no aceptaba las decisiones de la célula y se negaba a empezar a hacer un trabajo comprometido en la Ex ESMA, su lugar de trabajo, donde había optado por no construir políticamente a pesar de ser un espacio con grandes potencialidades para esa tarea. En dicho espacio era más conocido por tener diferentes trifulcas innecesarias que por hacer política concreta.
A pesar de sus comportamientos, el mismo Pablo Rodríguez Vattino compartía todas nuestras críticas al secretariado político y al Comité Central en general o incluso más aún, por lo que había decidido también romper con esa estructura. El hecho de que él mismo hubiera sido en reiteradas ocasiones bastardeado y maltratado por el Comité Central lo impulsaba aún más a ello.
Una situación habitual era escuchar que por sus doce años de militancia “nosotros” no lo íbamos a “mandar” o no íbamos a decirle “qué hacer” en lo sindical, por lo que, a medida que fuimos creciendo, nos fuimos metiendo en otras luchas laborales para no depender de este personaje, como en la lucha de los gasistas, sobre la cual sacamos una nota como Partido de Liberación y fue redactada por nuestro camarada Fabián Celina, que es quien estaba involucrado directamente en dicho conflicto.
En muchas ocasiones, porque Pablo Rodríguez Vattino mismo no cumplía ni quería cumplir su rol de Secretario de Organización, dicha responsabilidad debía caer en el secretario político, quien se veía sobre cargado de tareas. A falta de una formación ideológico política coherente, reiteraba sus planteos una y otra vez con la única intención de imponerlos en vez de prestarse a un debate franco y abierto para que en ese marco todos los camaradas pudiesen aprender.
Lamentablemente estas actitudes se veían potenciadas por un Partido que ya no apostaba por brindar formación ideológica ni organizativa alguna, por lo que muchos compañeros decidieron dejar de militar. Se tendía más a “lumpenizar” a los compañeros y reforzarles sus peores hábitos que a instruirlos.
Es en ese marco que decidimos comenzar la serie de talleres de formación para hacernos cargo de en ese aspecto tan descuidado, de manera deliberada, por la dirección partidaria desde hacía años.
Si bien en un comunicado posterior a la ruptura se han jactado de dar una serie de cuatro clases de formación política, la realidad es que esas cuatro clases no pudieron ser nunca estructuradas en el marco de un Taller, no se desprendía de ningún tipo de planificación o acuerdo previo, se agotaron en un compendio de sentimentalismo barato con la intención de generar cierta mística a falta de una formación ideológica capaz de generar cuadros y en casi cuatro años no se logró elevar el nivel de dicha instancia.
En la práctica concreta Sergio Ortiz solo se limitaba a auto publicitarse a él mismo tanto hacia afuera como hacia adentro del Partido. Sus intervenciones solían girar en torno a sus “hazañas”, luchas contra la policía, sus artículos periodísticos, etc. y era prácticamente nula su agitación sobre el Partido ya que la estructura se ponía en función de la figura.
Esto no solo podía verse en los frentes políticos sino también en las redes sociales, donde en vez de publicar en las páginas oficiales, las mismas se dedicaban a compartir sus opiniones. En las páginas oficiales de algunas herramientas políticas como el “MILPORCUBA” se había llegado a ver una serie de opiniones sobre algún libro, temas menores, coyunturales y hasta comentarios futboleros en mayor medida que las publicaciones sobre Cuba o el Partido mismo.
Una de las principales instancias de toda fuerza política marxista leninista son los Campamentos de Verano dedicados a la formación. Pero, en los campamentos de la TUPAC, la rama estudiantil del Partido, se discutían algunos textos sin mucha profundidad. Era más una instancia de juerga que formativa y no aportaba nada significativo en la tarea de organizar a nivel nacional el brazo universitario del Partido.
Un claro ejemplo de ello fue el último campamento, en el 2018, al que asistieron camaradas que forman actualmente nuestro espacio. En dicha oportunidad se podía apreciar cómo se abusaba del alcohol y se hablaba, como si de un juego se tratara, de las diferentes drogas, alentando abiertamente su consumo y llegando a establecer que “estaba perfecto” que nuestra militancia tuviera esos consumos a pesar del sobrado conocimiento que existe sobre sus efectos perjudiciales para la salud. Claramente el liberalismo estaba bien visto en estas instancias. Estas situaciones venían dándose, y siendo así, desde muchos campamentos anteriores.
En dicho Campamento se dio una charla en la que el Secretario General desvarió sobre un análisis contra el macrismo alimentando la posibilidad de la creación de “una guerrilla obrera” en el noroeste argentino por un conflicto de trabajadores aceiteros que reclamaban aumento de sueldo. Sosteniendo que “no sería de extrañar” y demostrando la permanente incapacidad que tienen los dirigentes de las distintas izquierdas en la Argentina de situarse en su contexto y fantasear con que cualquier conflicto puede prácticamente inaugurar una situación revolucionaria.
En estos campamentos, pese a la reticencia de algunos camaradas, se alentaba la participación de elementos trotskista reconocidos y asumidos, como Alicia Nelly Vattimo, militante del Partido Obrero y del Plenario de Trabajadoras, que asistía, y participaba, en reuniones internas. La misma incluso colabora aún hoy, siendo trotskista, en la redacción de periódico partidario LIBERACIÓN.
Volviendo a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la misma aún no estaba reconocida como un Regional, si no como una célula, por lo que la estructura Regional, con su respectivo Comité, era la Provincia de Buenos Aires. Por ende, a nuestro órgano superior inmediato, el Regional de Buenos Aires, se le exigía un funcionamiento regular pero no tenía siquiera uno errático, directamente no funcionaba.
El Secretario Político de nuestra célula de CABA, Julián Centella, era en teoría parte de dicho Comité Regional y desde ese lugar exigió reuniones a los restantes dos compañeros que lo integraban, pero jamás hubo respuesta. Esto impidió que se lograra organizar una estructura a nivel regional partiendo de los camaradas de Gran Buenos Aires que militaban en CABA porque no tenían otro espacio organizado que los contuviera.
El Secretario Político de la regional Buenos Aires era Rubén Schaposnik, apodado “el Sapo”, conocido militante de ATE y uno de los militantes cercanos al Tano Catalano. Aparte de no contestar simples mensajes, estaba totalmente ausente de la vida partidaria y se dedicaba solamente a su participación sindical en ATE. En varias oportunidades dejó a la célula de CABA a la deriva ante situaciones complicadas que requerían un acompañamiento y prácticamente no se comunicaba con nosotros. La desviación sindical que lo caracterizaba se profundizó con el correr del tiempo incluso al agitar más sobre ATE que sobre el propio Partido.
Durante nueve meses y medio estuvo totalmente ausente por lo que le exigíamos al Comité Central que tome cartas en el asunto. Lamentablemente desde el Comité Central no hacían nada al respecto y se lavaban las manos. A lo sumo se daba una falsa autocrítica y expresiones de deseos de parte del responsable de la Regional cuando lo presionábamos lo suficiente como para que cumpla las funciones para las que fue electo por los compañeros, pero rápidamente volvíamos a la situación anterior y no pasaba nada nuevo.
Era evidente para nosotros que desde ningún “Regional” se apuntaba o se apunta seriamente a crecer. El partido se agotaba en militantes amigos de la pareja dirigente o los familiares y amigos de dichos militantes. En Salta por ejemplo eran solo 5 personas, en Córdoba eran siete y en toda la Provincia de Buenos Aires hay solo dos inactivos en Zona Sur, por diferencias con el Comité Central y porque se los marginaba deliberadamente para que no se den determinados debates, y cinco en Zona Oeste con un trabajo intermitente y errático. A raíz de esto la fuerza política no tenía incidencia en ningún frente de masas, vive aún hoy reciclando militantes y tienen como única estrategia de crecimiento el “limarle” militancia a partidos como el PC, el PCCE, el PCR o el PRML, siendo esa su lógica de “construcción política” la cual nos fomentaban.
No es de sorprender que, en un Partido donde estos vicios liberales, movimientistas incluso anti-leninistas, hayan consumido por completo su estructura, cuando se le pidiera al propio Sergio Ortiz la confección de materiales de formación más rigurosos, éste le escapara a la tarea con el pobre argumento de “hago lo puedo”, que es, claramente, hacer poco y mal.
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