25 de Febrero de 2021.
El camarada Julián Centella, militante orgánico de Vanguardia, Escuela de Formación Marxista Leninista, nos comparte uno de los primeros textos de Vanguardia Comunista donde se denuncia la deriva revisionista del Partido Comunista de la Argentina.
Transcrito por Julián Centella
En esta segunda entrega transcribimos el segundo texto de la pequeña publicación “Denunciamos el falso Comunismo de Codovilla” editada por los camaradas de Vanguardia Comunista evidenciando el viraje revisionista del Partido Comunista Argentino, viraje que se sostiene aun hoy no solo en dicho partido sino en gran parte de los erróneamente autoproclamados leninistas de la argentina.
Este texto, redactado en junio de 1964 y denominado “A la cola del Movimiento Obrero”, es una crítica a la práctica reformista y seguidista llevada adelanta por el PCA y su herramienta, el MUCS, en materia sindical, ubicándose más bien a la retaguardia de la clase trabajadora y no a su vanguardia, siendo este uno de los factores para frenar la lucha tanto de las reivindicaciones económicas de los trabajadores argentinos como en materia de política nacional actuando como disuasivo de la capacidad revolucionaria de las masas. Como hasta hoy, una línea reformista y capituladora sustituyendo la política de la clase obrera por la política de un sector de la burguesía liberal – progresista incluso hasta confundirse con la misma.
Más allá que tenemos algunos pequeños matices con este texto, creemos que su crítica principal, en forma general, es totalmente valida, que puede aportar al debate y se puede trazar incluso, con ciertos y obvios reparos, algún paralelismo con la actualidad.
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A LA COLA DEL MOVIMIENTO OBRERO
A fines del mes de junio se difundió un comunicado del Movimiento de Unificación y Coordinación Sindical, relacionado con el Plan de Lucha de la CGT. Tratemos de investigar la raíz de este documento, para entender porqué sus frutos no hacen más que llevar a la luz del sol las aberraciones ocultas en la raíz. Veamos los aspectos generales del documento, para comprender sus proposiciones particulares.
La idea central del documento del MUCS no es – como podía suponer ingenuamente – la de desarrollar la lucha de clases obrera para transformarla en el vértice de la lucha del pueblo contra el imperialismo y las clases dominantes.
Contrariamente a todo esto, la idea central del documento de MUCS, es contribuir a sostener mediante la lucha obrera un gobierno esencialmente representativo de los intereses de las clases dominantes a fin de lograr que el gobierno antiobrero consienta por un acto de buena voluntad, en hacer suyos los reclamos de la clase trabajadora.
Esto y no esta cosa, significa plantear como objetivo político fundamental que debe servir el Plan de Lucha, el de convertirse en un instrumento para oponerse al Golpe de Estado y apoyar al Gobierno de Illia. Es decir, transformar la lucha de la clase obrera en una herramienta apta para consolidar en el Poder a un grupo de las clases dominantes representadas por el Gobierno, contra otro grupo de las clases dominantes ubicadas en la oposición golpista. Grupos que, por otra parte, mantienen bajo la tutela del Imperialismo Yanqui vitales puntos de coincidencia y de contacto, que les permiten discutir por separada las distintas formas de sometimiento al imperialismo, pero golpear juntos a la clase obrera y el pueblo.
Esto significa por parte del MUCS sustituir la política de la clase obrera, por la política de un sector de la burguesía supuestamente progresista, que ayer representaban los radicales intransigentes encabezados por Frondizi, y que hoy han transmitido mágicamente sus virtudes antiimperialistas a los radicales del Pueblo, encabezados por Illia. Así la política de masas que lleve adelante la negación del régimen capitalista amparado por el Imperialismo Yanqui, se canjea por la lucha en pos de reformas que tienden a afianzarlo. Así se sostiene la posibilidad ilusoria de una política antiimperialista en el gobierno de la burguesía, al mismo tiempo que se atan de pies y manos las fuerzas de la revolución argentina que descansan en la clase obrera y el pueblo.
Cuando la lucha de los trabajadores y la descomposición del Imperialismo y las clases dominantes plantean a la clase obrera la necesidad de desarrollar, en la lucha por el pan, el trabajo y el bienestar, la negación del Poder de las clases dominantes, la política reformista actúa como disuasivo de la capacidad revolucionaria de las masas, y sirve a la contrarrevolución. El comunicado del MUCS es un ejemplo de esa política y de ese servicio.
UN PLAN… DE PRESIONES
El documento que analizamos – suscripto por el MUCS – desarrolla la política seguida por este nucleamiento sindical, durante el transcurso del Plan de Lucha. De este modo podemos apreciar, como al decretarse la aplicación de la segunda etapa del Plan de Lucha por las 62 Organizaciones y con la oposición de los Independientes, el MUCS mantiene una actitud intermedia, que consiste en oponerse a las ocupaciones y postular la realización de manifestaciones y actos públicos.
Esta posición significaba en la práctica reducir combativo del Plan de Lucha, en una actitud objetivamente coincidente con los intereses del Gobierno, y por eso mismo, cercana a la planteada por los Independientes. Y de nada vale que se pretenda ocultar esta realidad sosteniendo caprichosamente, que las ocupaciones de fabrica por los trabajadores no ayudan a acrecentar la unidad y combatividad de la clase obrera, sino que por el contrario contribuyen a debilitarla y aislarla.
La experiencia de la aplicación del Plan de Lucha demuestra cómo, a pesar del carácter capitulador de la dirección de las 62 Organizaciones, la clase obrera desarrolló en su transcurso una enorme capacidad combativa y que esta generó desde las fabricas ocupadas y en torno a los obreros la acción del pueblo contra la patronal, el imperialismo y las fuerzas represivas. Ejemplos suficientemente ilustrativos, son los de las empresas Siat, Philips y Frigoríficos Smithfield.
En lugar de criticar a la dirección de las 62 Organizaciones por su debilidad en la ejecución del Plan de Lucha, y por su decisión de negociar este Plan con las clases dominantes resignando las reivindicaciones obreras, el MUCS cumple el papel de proveedor de tino, sentido común y buenas costumbres, entre los obreros. En lugar de encabezar consecuentemente la lucha de los obreros por sus objetivos, y obligar a la dirección de la 62 Organizaciones que agrupan al proletariado más numeroso y combativo a cumplir el Plan de Lucha, el MUCS se ubica junto a los independientes frenando la lucha obrera en nombre del apoyo al gobierno.
Y todo esto ocurre porque, aunque el MUCS afirme que su propósito es conducir a los trabajadores, en realidad la línea política que sustenta lo lleva a cumplir un objetivo que se opone a la lucha de la clase obrera: sostener la estabilidad del gobierno. Tanto se propone el MUCS restaurar la calma para tranquilizar a los golpistas – porque, dicho sea de paso, detener la lucha obrera no significa enfrentar al golpe de Estado, sino apoyar al Gobierno – que quiere ofrecer a los trabajadores, la imagen de un presidente que apoya sus reivindicaciones. Dice el comunicado del MUCS que el presidente Illia, debió vetar aquellos artículos de la ley sobre salario móvil sancionados por la reacción, que establecían la derogación de la legislación vigente sobre protección del despido. Y esto no es cierto.
Cualquiera que no sea un turista en este país sabe que lo que realmente ocurrió, fue que el Parlamente sancionó por error ciertas cláusulas que podían poner en tela de juicio la vigencia de la legislación sobre despido. Y que a pedido de parlamentarios, el presidente subsanó ese error. Y esto no significa defender al Parlamento, sino poner en claro que la reacción no se atreve a sancionar la derogación de la ley sobre despido. Y no se atreve porque existe una clase obrera que defiende con uñas y dientes sus conquistas, y no porque haya un presidente dispuesto a enfrentar la sanción de leyes reaccionarias con el recurso del veto. Querer fabricar la imagen de un caudillo popular que defiende las conquistas obreras con la figura de este presidente, sólo puede ser tarea de quienes están comprometidos con el gobierno, hasta el punto de mentir para defenderlo. Y si el MUCS realmente cree – y no miente cuando lo dice – que la vigencia de la legislación sobre despido es el resultado de la acción de Illia en defensa de la clase obrera, es porque en ellos se ha hecho carne la sentencia bíblica de que Dios ciega a los que quiere perder.
Esta línea contrarrevolucionaria del MUCS en el plano sindical es paralela a la política de la dirección del Partido Comunista en el plano nacional.
Si el MUCS no desarrolla consecuentemente la lucha por la ocupación de fábricas y no encabeza este proceso, es porque la ocupación de fábricas es una forma de lucha que corresponde a una política que conduzca la clase obrera y agrupe en torno suyo a las clases explotadas, para derrotar al imperialismo. Pero como la política del Partido Comunista se propone enfrentar al Imperialismo Yanqui mediante la “brecha democrática” del gobierno de Illia, la ocupación de fábricas no resulta adecuada porque atemoriza a las clases gobernantes y al Ejército que las respalda. Pero si estas clases y este gobierno se atemorizan de la lucha obrera, lo que nosotros no entendemos, es como se atreverán a enfrentar al Imperialismo apoyándose en el Pueblo, aceptando la invitación que, con asiduidad digna de premio, le formula la dirección del Partido Comunista.
CON AMERICO GHIOLDI NO SE COMBATE EL IMPERIALISMO
Si en el plano sindical el MUCS está detrás de los obreros agrupados en las 62 Organizaciones y no a su Vanguardia, en el plano político ocurre otro tanto. A la dirección del Partido Comunista, le preocupa que Vandor esté ligado a la política yanqui, como nos preocupa a nosotros. Pero lo que no le preocupa del mismo modo, es cumplir con su deber de estar al frente de los obreros que todavía confían en Vandor. Y no le preocupa porque la dirección del Partido Comunista tiene la curiosa pretensión de derrotar al Imperialismo Yanqui con el presidente Illia y no combate al imperialismo con la única clase capaz de derrocar efectivamente su dominio: el proletariado. Es por esto que la dirección del Partido Comunista enfrenta a Vandor en defensa de la estabilidad del gobierno, y no ataca a Vandor en defensa de los intereses de la clase obrera, y de la lucha contra el imperialismo. Así ocurre que en la defensa del gobierno de Illia contra los generales golpistas que frecuenta Vandor, han encontrado un bonito aliado. En la edición de “El Popular” del 24 de junio, leemos con asombro, al final de la enumeración de las fuerzas que se oponen al golpe de estado: “También está contra el golpe el Partido Socialista Democrático, pero su posición no es del todo clara, al reclamar mano firme ante el plan de la C.G.T.”.
La dirección del Partido Comunista todavía no ha aprendido quién es Américo Ghioldi y qué representa el Partido Socialista Democrático. Después de todo la oposición de Americo Ghioldi no está tan mal. Si el apoya al gobierno y pide mano firme frente al Plan de Lucha, la dirección del Partido Comunista apoya al gobierno y pide calma a los trabajadores, para que el gobierno no necesite usar la mano firme. Afortunadamente, si para la dirección del Partido Comunista Américo Ghioldi es vacilante, para los trabajadores peronistas agrupados en las 62 Organizaciones es un enemigo.
Los obreros peronistas están aprendiendo a conocer quien es Vandor, pero no pueden ayudar a desenmascarar a Vandor, los que todavía no saben quién es Americo Ghioldi. Los trabajadores argentinos saben quién dijo ante los fusilamientos de junio de 1956: “Se acabó la leche de la clemencia”. No es raro que no lo sepan, los que todavía continúan la política que en 1945 los enfrento a la clase obrera y al pueblo, desde las posiciones de la Unión Democrática.
Y lejos de haber rectificado esta política, la dirección del Partido Comunista siguiendo su trayectoria, al renunciar a la ideología de Marx, Lenin y Stalin y adherir a la corriente mundial del revisionismo ha adquirido la imposibilidad de modificar el rumbo de la Unión Democrática, y adoptar sobre la lección de sus errores, el camino de la clase obrera. No es el destacamento argentino del proletariado, y solo constituye el aparato argentino del revisionismo.
(10 de junio de 1964, “Denunciamos el falso Comunismo de Codovilla”, Vanguardia Comunista)
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