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ORIENTACIÓN

Desde nuestra Escuela de Formación Marxista Leninista hemos decido inaugurar Orientación, una Sección para aportar al debate político e histórico, así como al análisis de la coyuntura nacional e internacional.

La misma desarrollará la difusión de escritos de los militantes orgánicos de Vanguardia, nuestra Escuela de Formación Marxista Leninista, así como sus vínculos más cercanos, pero también estará abierta a aquellos que quieran realizar un aporte, dar a conocer una problemática o plantear un debate.


Para ello pueden enviar las mismas a nuestro mail: vanguardiaescuelafml@gmail.com desde el que les responderemos a la brevedad.

Foto del escritorOrientación de Vanguardia

Una breve perspectiva sobre la Revolución de Mayo y nuestros símbolos patrios

Actualizado: 13 mar 2021

del 20 de junio de 2020

En el año 1810 se proclamaba la Primera Junta derrocando al Virrey Cisneros, nacía así la revolución de mayo. Asimismo, la naciente Provincias Unidas del Río de la Plata entraban en la gran guerra civil hispanoamericana que enfrentaba a los revolucionarios liberales contra los realistas.



por Juan Edelmiro


La revolución de mayo, inspirada por la revolución de Chuquisaca, paradigma del liberalismo en Hispanoamérica, fue parte de un largo proceso revolucionario que culminó finalmente con la independencia de todos los Virreinatos de América y la balcanización del Imperio español.


Más allá de lo que dice la historia oficial y la mitología criolla que identifica a esta como una revolución "patria". ¿Cuánto importaba la “cuestión nacional” en esta revolución?


Lejos de lo que se cree popularmente, la Junta no nace como un gobierno independentista, sino como continuidad de la soberanía del rey Fernando VII (que tras abdicar fue hecho prisionero por Napoleón) y la Junta Suprema Central que desconocía la abdicación del Rey y planificaba su regencia. El proceso revolucionario liderado por criollos ilustrados y comerciantes se inicia con un carácter liberal y progresista (las ideas más avanzadas de esos tiempos) contra el sistema mercantilista semifeudal y de gobierno y como consecuencia del desconcierto por la acefalía peninsular, pero no como un conflicto nacional o "anticolonial" puesto que, en todo caso, la revolución fue llevada a cabo por los propios "colonos". Sin ir más lejos los propios miembros de la junta se consideraban españoles.


Este vacío de poder general, sumado a la popularidad de las ideas ilustradas y liberales más avanzadas y revolucionarias de la sociedad en aquellos tiempos, la guerra de independencia peninsular contra la ocupación francesa y las condiciones materiales de la América y el constante desarrollo de las urbes hispanoamericanas —con muchas ciudades incluso más avanzadas que algunas de las ciudades en la metrópoli—, generaron las condiciones para una revolución (y posterior independencia) contra el sistema mercantilista en favor de la incipiente burguesía criolla basada en las ideas de "libre comercio" y la construcción del capitalismo en la América española.


Al mismo tiempo que se desarrollaban los cabildos abiertos en Buenos Aires, en los territorios resistentes a la ocupación napoleónica en la península la Junta Suprema Central se disuelve y su poder pasa a manos de las Cortes de Cádiz, una nueva junta que pretendía formar un Estado transoceánico unitario con las provincias americanas bajo Fernando VII como monarca. Este nuevo gobierno (que también contaba con presencia de ideas revolucionarias liberales) no es reconocido por los revolucionarios de Buenos Aires por dos razones principales: La primera es que la JSC se disuelve sin la intervención de representantes hispanoamericanos. La segunda es en torno a la representatividad de las Américas en esas nuevas cortes.


Los revolucionarios porteños tenían razón puesto que el número de representantes entre españoles americanos y peninsulares era muy asimétrico. Mientras los peninsulares tenían un diputado cada 50.000 habitantes, a las provincias americanas se les había fijado arbitrariamente 26 diputados como límite máximo.

Esto y otros abusos terminaron por romper las tensas relaciones entre la américa revolucionaria y la península que fueron, en gran medida, determinantes en la progresiva separación con nuestra madre patria.

Poco a poco el sentimiento anti peninsular fue creciendo en la América española revolucionaria y la sangrienta guerra civil entre hermanos se intensificaba aún más.

A partir de este momento, revolucionarios y realistas radicalizaban sus posturas y se enfrentaban encarnizadamente, ambos en nombre de la legitimidad de Fernando VII. Los realistas en defensa de las cortes de Cádiz y los revolucionarios en defensa de sus juntas autonomistas.


Los revolucionarios abandonarían sus ideas autonomistas luego de que el Rey Fernando VII finalmente se decantara por reconocer la Constitución de Cádiz de 1812 promulgada por las cortes. Empiezan a plantear abiertamente la independencia total en nuevos estados republicanos.


¿Guerra de emancipación o guerras civiles?


La sangrienta guerra hispanoamericana fue aprovechada, como no podía ser de otra manera, por parte de los imperios británicos y franceses que empezaron a reconocer las independencias de hispanoamericanas, comerciar con ellas y empezaron a meter cizaña entre pueblos hermanos en guerra. La intervención de los imperios europeos sumado a EEUU y el Imperio del Brasil obediente a los intereses británicos, generaron una inestabilidad política inédita en los ex territorios del viejo caduco imperio español.

También contrario a lo que dice el mito, esta no fue una guerra entre criollos e indígenas unidos contra españoles peninsulares. Sino más bien una guerra civil de criollos/indígenas/mestizos entre sí, puesto que la gran mayoría de milicianos de ambos bandos eran naturales de América y relativamente pocos de la península.


La historiografía oficial dice que en esos días se levanta nuestra Patria (que según los esencialistas mitristas, "ya existía"), más allá de las visiones idealistas, si es cierto que en fechas como esta se conmemora el momento en el que nace, se podría decir de manera dialéctica, nuestra nación política y eso es de celebrar.

Pero también es un momento en el que empieza una guerra civil y nuestra desunión como pueblos hermanos. Una división que debemos superar tarde o temprano respetando la soberanía de los Estados surgidos como resultado de esas heroicas gestas revolucionarias.


El desenlace y nuestros símbolos patrios


El largo proceso revolucionario que se encauzó en el nacimiento de una nueva república en América conllevó la creación de nuevos símbolos que serían la insignia de la nueva patria ante el mundo. Surgieron nuestros primeros símbolos, la escarapela y nuestra bandera nacional. Se dice que durante la semana de mayo un grupo de hombres, a los que se llamó chisperos, repartieron cintitas celestes y blancas en Plaza de Mayo. También la historia romántica comenta que la bandera es una idea que se le ocurrió a Belgrano mientras miraba el cielo y que los colores celeste y blanco representan el cielo y las nubes que orbitan sobre el suelo argentino.


Lo cierto que estas anécdotas son más una leyenda romántica que una realidad histórica. Si bien es cierto que efectivamente existieron esos chisperos, hombres dirigidos por los revolucionarios French y Beruti que exigían un Cabildo abierto, es incomprobable si repartieron escarapelas o no. También hay otras versiones que aseguran que frente al Cabildo estos hombres repartían las insignias como forma de conciliación y pacificación entre revolucionarios y realistas y que tras las hostilidades de los realistas se empezaron a repartir escarapelas rojas, como símbolo jacobino. Pero de nuevo, es incomprobable.


Sobre el origen de estas no está en 1810 sino en 1806, durante las invasiones inglesas. Se sabe que fueron utilizadas como insignia por los milicianos que defendían Buenos Aires del asedio británico, nucleados en el Regimiento de los Patricios dirigidos por Cornelio Saavedra. Estos eran de color celeste y blanco y representaban los colores de la Casa de Borbón y siguieron utilizándose hasta 1812 cuando se formalizan como símbolo patrio, pero curiosamente este no nace como un ícono contra España sino más bien todo lo contrario.


En cuanto a la bandera nacional las versiones son igual de controvertidas, pero todo indica que va por la misma línea que las escarapelas. Es conocido que Belgrano al igual que Beruti, fue partidario del carlotismo, movimiento que reivindicaba la separación del Virreinato del Río de la Plata de la Península, pero bajo el reinado de Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII, una especie de independencia a la brasileña. La admiración de Belgrano hacia los borbones no es ningún secreto. Teniendo en cuenta esto se hace fuerte la versión de que en realidad nuestra insignia patria no es nuestro cielo y las nubes como nos han contado en la primaria, sino que está basada en los colores utilizados por los borbones, sin ir más lejos la cinta que utilizaba Fernando VII en su uniforme era casi idéntica que la actual banda presidencial (salvo por el sol de Mayo) y precisamente de esa cinta se dice se basó nuestra bandera.


En síntesis, como toda nuestra historia, nuestra nación no nace por arte de magia de un día para el otro sino que es parte de una serie de contradicciones, luchas económicas, de clases, de Estados e imperios, entre la lucha de la naciente burguesía criolla, junto a contrabandistas y corsarios británicos y la separación total del Imperio español (como tesis) enfrentada a los criollos y peninsulares realistas obedientes a las cortes de Cádiz (como antítesis) que dan como resultado una síntesis: las Provincias Unidas del Río de la Plata. Reducirla a una contradicción meramente nacional es una simplificación ahistórica y ajena a nuestra herramienta del análisis de la historia, el materialismo histórico. Es insostenible defender que el proceso dialéctico que culminó en nuestra independencia fue una especie de liberación nacional y una contradicción íntegramente nacional entre pueblos de América contra España —y viceversa— y que nuestra Patria junto con nuestros símbolos nacen como respuesta contestataria a ese viejo imperio y que por lo tanto somos totalmente ajenos a él.


Reconocer la Hispanidad de nuestro pueblo y nuestra Patria no representa ninguna contradicción, sino al contrario, la revalida. Ya que incluso con las disputas de intereses mercantiles entre la península y los americanos no dejaron de influirse entre sí; por ejemplo, la Constitución de Cádiz (1812) sirvió de inspiración para nuestra primera carta magna de 1819. Y como revisamos, incluso nuestra bandera nacional está inspirada en la banda de Fernando VII.

Y porque simplemente no se puede entender la historia de nuestra Patria, la historia argentina y de los países hispanoamericanos en general, sin entender la historia del Imperio español.


Feliz día. ¡Viva la Patria! ¡Viva la unidad de los pueblos! ¡Por un porvenir pan-iberico y socialista!

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